Cómo me cae gordo que, para las fiestas decembrinas, nuestro querido gordito pachonsito del Polo Norte cambie de color su atuendo; cambie los renos de su trineo por un Jetta y que los renos, duendes o cualquier otro ser mitológico allegado a él, ande firmando contratos millonarios para ser el portavoz de una marca.
Lamento decepcionar a muchos con mis declaraciones, pero la vestimenta tradicional de Santa no era rojo con blanco, además no era gordito y tampoco es originario del Chuco -Estados Unidos, para los que no son del norte-.
Pero, a diferencia del resto de las marcas, Coca-Cola no tomó a un icono de la Navidad ni lo vistió con sus colores ni lo sacó a la calle a hacer labor de venta; lo que hizo fue tomar una celebración que coincidía con sus valores de convivencia, alegría y gozo y fue metiendo de su cuchara poco a poco.
Aquí lo importante es ver como se desarrollan las marcas dentro de la convivencia humana. Un Santa con los colores de dicho refresco de cola diciéndome que ésta es una época para compartir no me molesta tanto como un reno vestido de azul diciéndome que en esta época lo mejor para compartir es un producto que él mismo promociona.
No cabe duda que, en las celebraciones, el consumidor se va a encontrar más abierto para adquirir productos, lo importante, como siempre lo he dicho, es ser inteligente y respetuoso con el consumidor.